jueves, 1 de diciembre de 2011

La nueva "imagen" del infractor.


La violencia protagonizada por los que infringen la ley en diferentes partes del
mundo y de la cual somos partícipes como receptores de la información que diariamente nos presentan los medios de comunicación no difiere de la violencia que vemos en nuestras ciudades, como Trujillo por ejemplo, protagonizada por personas cada más jóvenes actuando solos o en grupos y que en algunos casos muchos de ellos disponen de una vida que podríamos de calificar de normal; si esta situación fuese un fenómeno aislado, se le daría esa consideración, pero al ser repetitivo y con características similares, es un indicativo que estamos frente a una evolución de la delincuencia con características distintas a las de personas infractoras de generaciones anteriores.

En su mayoría, los agresores son jóvenes que en algunos casos son elementos integrantes del círculo social donde se supone tienen sus necesidades materiales y formativas más o menos cubiertas y cuyas familias están aparentemente integradas en la estructura social, pero en donde se pone de manifiesto la necesidad de búsqueda de nuevas experiencias al borde del límite de "no respetar la vida ni la propiedad de los demás".

Estos hechos hacen que sea necesario estudiar y seguir de cerca estos casos para establecer las estrategias adecuadas de intervención, ya que no responden al perfil del infractor que antes entendíamos por "común". Las víctimas resultan siendo muchas veces los propios integrantes de su familia, sus vecinos o sus amigos, a quienes se les agravia con delitos que van desde la estafa y el fraude, pasando por el robo o el hurto, los delitos contra el honor sexual, hasta el homicidio. Los autosecuestros y las extorsiones telefónicas no se quedan atrás; todos estos hechos se van tornando frecuentes en el quehacer policial.

Podemos entonces entender, que se hace difícil evaluar la causa de la criminalidad actual sin observar previamente la dinámica del “proceso de socialización” que rodea a la persona durante su formación desde que nace hasta que llega a la adolescencia, sus influencias ambientales y culturales agresivas, la desintegración familiar, las carencias educativas, las políticas sociales ineficaces, sus estigmas y paradigmas, la drogadependencia, los fenómenos imitativos, la influencia de las malas juntas y otro tipo de estímulos que deberían ser profundamente estudiados por las autoridades, como causa de una respuesta agresiva del individuo contra la sociedad, de la perversidad en su accionar y un total desprendimiento del valor por la vida de sus semejantes.